Todos los secretos de Natuzza Evolo.

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Fortunata Evolo, llamada por todos con su diminutivo (Natuzza) nació el 23 de agosto de 1924 en Paravati (en Calabria), y al tener que cuidar a sus hermanos menores, no recibió educación escolar ni los rudimentos de la religión católica. A los 10 años de edad, pequeños agujeros comenzaron a aparecer inexplicablemente en sus manos y pies, un secreto que solo compartió con su abuelo, sin imaginar que estos serían los primeros signos de los estigmas que recibiría más tarde.

A los 14 años comenzó a ver las almas de los muertos, y el día de la Asunción, se le mostró a la Virgen por primera vez. Los fenómenos inexplicables que ya habían comenzado a manifestarse se multiplicaron exponencialmente: la mujer de Paravati vio a la Virgen, Jesús, las almas de los fallecidos, pero también sabía leer en los vivos para resolver mejor sus problemas de salud.

Fueron, sobre todo, los Ángeles y las almas de los muertos quienes sugirieron las respuestas a quienes pidieron una mano. Ella también comenzó a sudar sangre, que, creciendo juntos, se fue formando escritos en lenguas incluso desaparecidas, y durante la Cuaresma, aparecieron claros estigmas en correspondencia con las heridas de Jesucristo. Hay numerosas personas que pueden dar testimonio de la veracidad de lo que sucedió alrededor de Natuzza.

Ruggero Pegna, empresario musical, después de recibir la noticia de que padecía leucemia, necesitaba un donante de médula ósea. Pero no había ninguno compatible. Natuzza le dijo que no se desanimara, porque en Génova encontraría uno. Y así fue. El enorme seguimiento de Natuzza y las donaciones que los fieles pagaron por su propia voluntad sirvieron para construir un refugio para los ancianos y un santuario, aún en construcción.