Una oración a Dios para cuando te sientas débil

Odio la debilidad. No me gusta sentirme inadecuado o incapaz. No me gusta depender de los demás. No me gusta no saber qué va a pasar. No me gusta sentirme impotente ante una prueba. No me gusta sentirme exhausto y abrumado. No me gusta cuando estoy físicamente débil, emocionalmente débil, mentalmente débil o espiritualmente débil. ¿He mencionado que no me gusta ser débil? Pero, irónicamente, la palabra de Dios ve mi debilidad de manera diferente. Es parte del requisito previo para venir a Cristo. Jesús dijo en Lucas 5: 31-32: “Los sanos no necesitan médico, sino los enfermos. No vine a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento ”. Nuestra debilidad no puede competir con Cristo. No es un obstáculo que deba superarse. No nos mira y se queja de que no le han dado la flor y nata de la cosecha. Más bien, se ríe de la debilidad y dice "Mira lo que puedo hacer al respecto". Si la realidad de tu debilidad se burla de ti hoy, ve a Dios en oración. Ruega al Señor al respecto y descansa en su poder perfeccionado en la debilidad.

Esta oración es para ti y para mí: Querido padre, hoy vengo a ti sintiéndome tan débil e impotente. Hay tantas cosas en mi plato, tantas preocupaciones, tantas incertidumbres, tantas cosas que simplemente no puedo hacer. Siempre que pienso en lo que me espera, me siento abrumado. Cuando pienso en llevar esta carga durante días y días, siento que podría ahogarme. Todo parece imposible. Dijiste que viniera a ti con mis cargas. La Biblia dice que eres nuestra "Roca" y nuestra "Fortaleza". Todos son conscientes y omnipotentes. Conoces las cargas que llevo. No te sorprenden. De hecho, los dejaste entrar en mi vida. Quizás no sepa el propósito para ellos, pero sé que puedo confiar en tu bondad. Siempre eres fiel a hacer lo mejor para mí. Te preocupas más por mi santidad, incluso por encima de mi felicidad inmediata. Te pido que quites esta carga, que quites mi debilidad, pero al final, quiero sobre todo que se haga tu voluntad. Confieso que odio esta debilidad en mí. No me gusta no saber qué hacer. No me gusta ser incapaz e insuficiente. Perdóname si quiero ser suficiente en mí mismo. Perdóname si quiero tener el control. Perdóname si me quejo y murmuro. Perdóname si dudo de tu amor por mí. Y perdóname por no estar dispuesto a confiar en mí y confiar en ti y en tu gracia. Cuando miro hacia el futuro y veo mi debilidad, ayúdame a confiar en ti. Que yo, como Pablo, abrace mi debilidad para que tú puedas ser mi fuerza. Que trabajes en mi debilidad para cambiarme. Que pueda glorificarte en mi debilidad, apartando la mirada de mí mismo y de las maravillas de tu extraordinario amor por medio de Cristo. Concédeme el gozo del evangelio, incluso en medio de esta lucha. Es por Jesús y por Jesús que puedo orar, Amén.