Evangelio de hoy 15 de noviembre de 2020 con las palabras del Papa Francisco

LECTURA DEL DÍA
Primera lectura

Del libro de Proverbios.
Pr 31,10-13.19-20.30-31

¿Quién puede encontrar una mujer fuerte? Muy superior a las perlas es su valor. En ella confía el corazón de su marido y no le faltará provecho. Le da felicidad y no tristeza por todos los días de su vida. Ella adquiere lana y lino y está feliz de trabajarlos con sus manos. Extiende la mano a la rueca y sus dedos sujetan el huso. Abre sus palmas a los pobres, extiende su mano a los pobres.
El encanto es ilusorio y la belleza pasajera, pero la mujer que teme a Dios es digna de alabanza.
Agradecedla por el fruto de sus manos y alabadla a las puertas de la ciudad por sus obras.

Segunda lectura

De la primera carta del apóstol san Pablo al Thessalonicési
1 Ts 5,1-6

En cuanto a tiempos y momentos, hermanos, no me hace falta que les escriba; porque bien sabes que el día del Señor vendrá como ladrón en la noche. Y cuando la gente dice: "¡Hay paz y seguridad!", De repente la ruina los golpeará, como el trabajo de una mujer embarazada; y no podrán escapar.
Pero ustedes, hermanos, no están en tinieblas, para que ese día los sorprenda como un ladrón. De hecho, todos ustedes son hijos de la luz e hijos del día; no pertenecemos a la noche, ni a la oscuridad. Así que no durmamos como los demás, sino que estemos vigilantes y sobrios.

EVANGELIO DEL DIA
Del Evangelio según Mateo
Mt 25,14-30

En ese momento, Jesús contó a sus discípulos esta parábola: «Sucederá como a un hombre que, al emprender un viaje, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes.
A uno le dio cinco talentos, a otro dos, a otro, según las habilidades de cada uno; luego se fue.
Inmediatamente el que había recibido cinco talentos fue a emplearlos y ganó cinco más. Así que incluso el que había recibido dos ganó dos más. Pero el que había recibido un solo talento fue a hacer un agujero en la tierra y escondió allí el dinero de su señor.
Después de mucho tiempo, el amo de esos sirvientes regresó y quiso ajustar cuentas con ellos.
Llegó el que había recibido cinco talentos y trajo otros cinco, diciendo: Señor, cinco talentos me diste; aquí, gané otros cinco. Bueno, buen siervo y fiel - le dijo su amo -, en poco has sido fiel, sobre mucho te daré poder; participa en la alegría de tu amo.
Entonces se acercó el que había recibido dos talentos y dijo: Señor, dos talentos me has dado; aquí, me he ganado dos más. Bueno, buen siervo y fiel - le dijo su amo -, en poco has sido fiel, sobre mucho te daré poder; participa en la alegría de tu amo.
Finalmente se acercó también el que había recibido un solo talento y dijo: Señor, sé que eres un hombre duro, que siegas donde no sembraste y siegas donde no esparciste. Tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra: esto es lo tuyo.
El señor le respondió: Siervo malo y perezoso, sabías que siego donde no sembré y recojo donde no esparcí; debiste haber confiado mi dinero a los banqueros y así, al regresar, habría retirado el mío con intereses. Quitadle, pues, el talento y dáselo al que tiene diez talentos. Porque el que tiene, se le dará y será en abundancia; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Y echa al siervo inútil a las tinieblas; habrá llanto y crujir de dientes