Evangelio de hoy 20 de octubre de 2020 con las palabras del Papa Francisco

LECTURA DEL DÍA
De la carta de san Pablo apóstol a los efesios
Efesios 2,12: 22-XNUMX

Hermanos, recuerden que en ese momento estaban sin Cristo, excluidos de la ciudadanía de Israel, ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Ahora, sin embargo, en Cristo Jesús, ustedes que antes estaban distantes se han vuelto cercanos, gracias a la sangre de Cristo.
De hecho, él es nuestra paz, el que ha hecho una cosa de dos, derribando el muro de separación que los separaba, es decir, la enemistad, por medio de su carne.
Así abolió la Ley, compuesta de prescripciones y decretos, para crear en sí mismo, de los dos, un solo hombre nuevo, haciendo las paces, y reconciliarlos a ambos con Dios en un solo cuerpo, por medio de la cruz, eliminando la enemistad en sí mismo.
Vino a anunciar la paz a ustedes que estaban lejos y la paz a los que estaban cerca.
De hecho, a través de él podemos presentarnos, unos y otros, al Padre en un mismo Espíritu.
Así que ya no sois extraños ni huéspedes, sino conciudadanos de los santos y parientes de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, teniendo como piedra angular al mismo Cristo Jesús. En él todo el edificio crece ordenado para para ser un templo santo en el Señor; en él también vosotros sois edificados para ser la morada de Dios por el Espíritu.

EVANGELIO DEL DIA
Del Evangelio según Lucas
Lc 12,35-38

En ese momento, Jesús dijo a sus discípulos:

“Prepárate, con la ropa ceñida a las caderas y las lámparas encendidas; sé como los que esperan a su señor cuando regresa de las bodas, para que cuando venga y llame, la abran inmediatamente.

Bienaventurados los siervos que el amo encuentra despiertos a su regreso; de cierto os digo que se ajustará las ropas alrededor de las caderas, las hará reclinarse a la mesa y vendrá a servirlas.
Y si, llegando a media noche o antes del amanecer, los encontrarás así, ¡qué benditos sean! ».

PALABRAS DEL SANTO PADRE
Y podemos hacernos la pregunta: '¿Cuido de mí mismo, de mi corazón, de mis sentimientos, de mis pensamientos? ¿Guardo el tesoro de la gracia? ¿Guardo la morada del Espíritu Santo en mí? ¿O lo dejo así, claro, creo que está bien? Pero si no guardas, viene lo que es más fuerte que tú. Pero si viene alguien más fuerte que él y lo gana, le arrebata las armas en las que confiaba y reparte el botín. ¡Vigilancia! Vigilancia de nuestro corazón, porque el diablo es astuto. ¡Nunca se echa fuera para siempre! Solo será el último día. (Santa Marta, 11 de octubre de 2013)