Evangelio de hoy 27 de noviembre de 2020 con las palabras del Papa Francisco

LECTURA DEL DÍA
Del libro del Apocalipsis de San Juan Apóstol
Ap 20,1-4.11 - 21,2

Yo, Juan, vi a un ángel que descendía del cielo con la llave del Abismo y una gran cadena. Agarró al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo encadenó por mil años; lo arrojó al abismo, lo encerró y puso el sello sobre él, para que no sedujera más a las naciones, hasta que se cumplieran los mil años, después de lo cual debe ser liberado por algún tiempo.
Entonces vi algunos tronos, a los que estaban sentados en ellos se les dio el poder de juzgar, y las almas de los decapitados por el testimonio de Jesús y la palabra de Dios, y los que no habían adorado a la bestia y su estatua y no habían recibido la marca en la frente y la mano. Revivieron y reinaron con Cristo durante mil años.
Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él. La tierra y el cielo desaparecieron de su presencia sin dejar rastro de sí mismo. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante el trono. Y los libros se abrieron. También se abrió otro libro, el de la vida. Los muertos fueron juzgados según sus obras, según lo que estaba escrito en esos libros. El mar devolvió los muertos que guardó, la muerte y el inframundo hicieron a los muertos que custodiaban y cada uno fue juzgado de acuerdo con sus obras. Entonces la Muerte y el inframundo fueron arrojados al lago de fuego. Esta es la segunda muerte, el lago de fuego. Y el que no estaba escrito en el libro de la vida fue arrojado al lago de fuego.
Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva: el cielo y la tierra anteriores habían desaparecido de hecho y el mar ya no existía. Y también vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, lista como una novia adornada para su marido.

EVANGELIO DEL DIA
Del Evangelio según Lucas
Lc 21,29-33

En ese momento, Jesús les contó a sus discípulos una parábola:
«Observa la higuera y todos los árboles: cuando ya están brotando, comprendes por ti mismo, mirándolos, que el verano ya está cerca. Así también: cuando veas que suceden estas cosas, debes saber que el reino de Dios está cerca.
En verdad les digo: esta generación no pasará antes de que suceda todo. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán ».

PALABRAS DEL SANTO PADRE
La historia de la humanidad, como la historia personal de cada uno de nosotros, no puede entenderse como una simple sucesión de palabras y hechos sin sentido. Tampoco se puede interpretar a la luz de una visión fatalista, como si todo estuviera ya preestablecido según un destino que nos quita cualquier espacio de libertad, impidiéndonos tomar elecciones fruto de una decisión real. Conocemos, sin embargo, un principio fundamental con el que debemos afrontar: "El cielo y la tierra pasarán - dice Jesús - pero mis palabras no pasarán" (v. 31). El verdadero quid es este. Ese día, cada uno de nosotros tendrá que entender si la Palabra del Hijo de Dios ha iluminado su existencia personal o si le ha dado la espalda prefiriendo confiar en sus propias palabras. Será más que nunca el momento de abandonarnos definitivamente al amor del Padre y encomendarnos a su misericordia. (Ángelus, 18 de noviembre de 2018)