Evangelio de hoy 28 de noviembre de 2020 con las palabras del Papa Francisco

LECTURA DEL DÍA
Del libro del Apocalipsis de San Juan Apóstol
Ap 22,1-7

El ángel del Señor me mostró, Juan, un río de agua viva, clara como el cristal, que fluía del trono de Dios y del Cordero. En medio de la plaza del pueblo, ya ambos lados del río, hay un árbol de la vida que da fruto doce veces al año, dando fruto todos los meses; las hojas del árbol sirven para curar a las naciones.

Y no habrá más maldición.
En la ciudad estará el trono de Dios y del Cordero:
sus sirvientes lo adorarán;
ellos verán su cara
y llevarán su nombre en la frente.
No habrá más noche
y ya no necesitarán
de la luz de la lámpara o del sol,
porque el Señor Dios los iluminará.
Y reinarán por siempre y para siempre.

Y me dijo: «Estas palabras son ciertas y verdaderas. El Señor, el Dios que inspira a los profetas, ha enviado a su ángel para mostrar a sus siervos lo que sucederá en breve. Vengo pronto. Bienaventurados los que guardan las palabras proféticas de este libro ».

EVANGELIO DEL DIA
Del Evangelio según Lucas
Lc 21,34-36

En ese momento, Jesús dijo a sus discípulos:

«Cuídense de ustedes mismos, que su corazón no se agobie en disipaciones, borracheras y preocupaciones de la vida y que ese día no caiga sobre ustedes de repente; de hecho, caerá como una trampa sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra.

Mantente despierto en todo momento orando, para que tengas la fuerza para escapar de todo lo que está por suceder y presentarte ante el Hijo del hombre ».

PALABRAS DEL SANTO PADRE
Mantente despierto y reza. El sueño interior surge de siempre dar la vuelta a nosotros mismos y estar atrapado en el cerco de la propia vida con sus problemas, alegrías y tristezas, pero siempre dando la vuelta a nosotros mismos. Y esto cansa, esto aburre, esto cierra a la esperanza. Aquí está la raíz del entumecimiento y la pereza de que habla el Evangelio. El Adviento nos invita a un compromiso de vigilancia mirando fuera de nosotros mismos, expandiendo nuestra mente y nuestro corazón para abrirnos a las necesidades de la gente, de los hermanos, al deseo de un mundo nuevo. Es el deseo de tantos pueblos atormentados por el hambre, la injusticia, la guerra; es el deseo de los pobres, los débiles, los abandonados. Este momento es oportuno para abrir nuestro corazón, para hacernos preguntas concretas sobre cómo y para quién gastamos la vida. (Ángelus, 2 de diciembre de 2018