La Virgen Madre no permite que prevalezca el enemigo infernal

Deus, en adiutorium meum pretende; Domine, ad adiuvandum me festina.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo como fue en el principio ahora y siempre por los siglos de los siglos.

Bendita y alabada sea la Inmaculada Virgen María. Te damos gracias, Padre Eterno, que nos diste la Santísima Virgen María; que, haciendo Inmaculada en su concepción, se adoptaron en su hija más querida.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo como fue en el principio ahora y siempre por los siglos de los siglos.

Te agradecemos, Palabra Eterna, que hayas elegido a la Inmaculada María en tu Madre más digna.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo como fue en el principio ahora y siempre por los siglos de los siglos.

Te damos gracias, Espíritu Santo, por haber preparado a la Inmaculada María en tu más dulce Novia.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo como fue en el principio ahora y siempre por los siglos de los siglos.

Regocíjate o mi corazón con María, la más pura, porque Su Inmaculada Concepción fue proclamada por boca angelical.

Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor está contigo. Eres bendecida entre las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotras, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.

ORACIÓN
Virgen muy gloriosa, nos regocijamos contigo, porque en tu Inmaculada Concepción trajiste un triunfo tan hermoso y de la antigua serpiente y del pecado. Bendito sea el Dios Altísimo y usted solo entre todos los hijos de Adán se dignó otorgar este privilegio raro y singular de ser preservado inmune al pecado original. Por lo tanto, como eras tan puro, tan hermoso, tan inmaculado, muévete con compasión por nosotros tan inmundo, tan deformado, sí pecadores, y, como Dios te dio la mano derecha, para que no caigas en la culpa original, entonces nos das la mano para que no caigamos en los pecados actuales: ni permitas, oh María, que ese enemigo infernal prevalezca contra nosotros, a quien en el primer instante de tu ser aplastaste gloriosamente la cabeza y humillaste y conquistaste bajo tus pies. Esta es la gracia que humildemente te pedimos en la presente novena y para obtenerla te ofrecemos este pequeño tributo de bendiciones y alabanzas, en agradecimiento al Señor por un privilegio tan hermoso que él te otorgó y, en un certificado de júbilo, verte desde El es tan privilegiado.