Viaje por monasterios y abadías y su obra.

Un viaje a los conventos, monasterios y abadías para contarte historias y tradiciones. Lugares donde la vida fluye tranquila y silenciosamente en contacto con la naturaleza local. Cada uno con su propia historia, sus propias tradiciones, que los monjes han transmitido de generación en generación, y con sus propios productos monásticos.


Los monjes, siguiendo la orden benedictina, se han dedicado durante siglos al cultivo de la tierra y a la elaboración de numerosos productos alimenticios y cosméticos. Su día se alterna con momentos de oración y otros de trabajo donde no faltan momentos de descanso. Son hombres que viven de su trabajo y por ello sus días se diferencian según las estaciones: la primavera es la época de la siembra, el verano el de la cosecha, el otoño el de la cosecha y el invierno ese durante el cual podemos dedicar más tiempo a la lectura y actividades dentro del monasterio. Los monjes no se sienten "prisioneros" de la regla que les ayuda a organizar sus actividades y seguir el propósito de su vida, mostrar su amor por Dios y Jesús en todas las actividades que realizan. Los momentos de trabajo de la mañana y de la tarde son de gran importancia. Para el monje, el trabajo, ya sea manual o intelectual, es participación en la actividad creadora de Dios, hay muchos monasterios, abadías y conventos, lugares ricos en arte donde los monjes se dedican a la elaboración de muchos productos. Estos monasterios están inmersos en la paz y los colores de la naturaleza, son lugares maravillosos. Podemos admirar jardines donde se cultivan plantas para la realización de productos beneficiosos, flores y frutos. Los monjes recolectan materias primas elaborando aceite de oliva virgen extra y vinos finos obtenidos de las cepas tratadas y cultivadas en pleno respeto a la naturaleza. Dependen de laboratorios externos para producir cosméticos orgánicos como cremas de manos, ungüentos y jabones.

Hay mucha dedicación al envasado de mermeladas, miel y para los amantes de los productos más particulares también existe la grappa perfecta como final de una comida. Se producen las famosas gotas imperiales, un fuerte digestivo a base de anís, pero también la esencia de lavanda, un aceite esencial que se puede utilizar para muchos propósitos beneficiosos o simplemente como fragancia para el hogar o la ropa. El Monasterio de Cascinazza fue el primero en iniciar la producción de cervezas monásticas en Italia. Gracias a la intuición de los monjes para continuar con esta tradición monástica y al encuentro con pequeñas cervecerías italianas, dos monjes comenzaron su viaje a las abadías para estudiar los secretos de las cervezas trapenses. A la vuelta de estos viajes, la comunidad benedictina del monasterio de Cascinazza inició, en 2008, la elaboración de la primera cerveza artesanal monástica de nuestro país, algunos de estos lugares son muy conocidos, quizás un poco menos altos pero todos son excepcionales donde puede respirar el aire que huele a paz y tranquilidad