Milagro de San José, avión partido en dos, sin muertos

Hace 30 años, la supervivencia de 99 pasajeros en el vuelo 231 de Aviaco Causó sorpresa y alivio a familiares y amigos. El avión se partió por la mitad, pero a pesar de esto, ningún pasajero murió en el accidente aéreo. En ese momento, el piloto estaba haciendo 30 días de oración al San Giuseppe, oración indicada para la solución de causas imposibles.

El milagro de San José, el avión roto y sin muerte

El caso tuvo lugar el 30 de marzo de 1992 en España. Esa noche estaba lloviendo mucho y había fuertes rachas de viento. Un avion Aviaco McDonnell-Douglas DC-9 despegó de Madrid en Granada y, al aterrizar, el tren de aterrizaje golpeó el suelo con gran fuerza ya gran velocidad, provocando que el avión ascendiera y se estrellara contra el suelo, lo que provocó que el avión se partiera en dos.

Los pasajeros se detuvieron a 100 metros de distancia unos de otros. Veintiséis personas resultaron heridas, pero ninguna murió. El caso se conoció como "el avión milagroso".

El piloto, Jaime Mazarrasa, era hermano de un sacerdote, padre gonzalo. El sacerdote contó en las redes sociales que estaba haciendo los 30 días de oración a San José cuando supo que un avión se había partido por la mitad al aterrizar en España. El hermano del sacerdote era el piloto del avión.

“Estaba estudiando un Roma en 1992 y vivía en el Colegio Español de San José, que ese año celebraba su centenario (...) Estaba terminando una oración de 30 días para pedir al Santo Patriarca 'cosas imposibles', cuando un avión se partió en dos cuando aterrizó en una ciudad de España con casi un centenar de personas a bordo. El piloto era mi hermano. Solo hubo una persona gravemente herida, que luego se recuperó. Ese día aprendí que San José tiene mucho poder ante el Trono de Dios”.

El padre Gonzalo aprovechó el espacio para fomentar la devoción a los 30 días de oración a San José: “Hace 30 años que hago esta oración y nunca me ha fallado. Al contrario, siempre ha superado con creces mis esperanzas. Sé en quién confío. Para entrar en este mundo, Dios necesitó una sola mujer. Pero también era necesario que un hombre cuidara de ella y de su Hijo, y Dios pensó en un hijo de la Casa de David: José, el Esposo de María, de quien nació Jesús, que se llama Cristo”.